Un equipo de científicos ha logrado secuenciar el genoma completo de
Ötzi, el 'Hombre de los hielos', un individuo de hace 5.300 años cuyo cuerpo se halló congelado en los alpes italianos en 1991.
La investigación, publicada por la revista 'Nature Communications',
ha revelado que tenía los ojos marrones, su grupo sanguíneo era O, era
intolerante a la lactosa y tenía una predisposición genética a padecer enfermedades cardiovasculares.
Además, el análisis de su ADN también ha comprobado que estaba
más emparentado con los habitantes actuales de Córcega y Cerdeña que con las poblaciones de los Alpes, donde se descubrió su cadaver.
En 2008, se logró secuenciar
el ADN mitocondrial de Ötzi
(que sólo se transmite por vía materna), pero ahora la nueva
secuenciación del genoma nuclear ha desvelado con mucho más detalle cómo
era este mítico personaje.
Albert Zink, del Instituto Eurac en Bolzano (Italia), que encabezó la
investigación, ha explicado que el análisis del ADN nuclear representa
un gran avance para conocer a fondo una de las momias naturales más estudiadas por la comunidad científica.
"Hemos estado estudiando al Hombre de los hielos
durante 20 años.
Sabemos muchas cosas sobre él -dónde vivió, cómo murió-, pero muy poco
sobre su genética", afirma Zink, en declaraciones a la BBC.
Recreación del 'Hombre de los hielos'. | Nature Communications
El análisis de su ADN sugiere que sus antepasados probablemente
emigraron de Oriente Próximo,
en una época en la que la agricultura se estaba expandiendo. Los
científicos creen que este periodo de transición a una sociedad agraria
podría explicar su intolerancia a la lactosa.
"Lo que estamos descubriendo es muy emocionante, pero es
sólo el principio de un estudio mucho más exhaustivo. Creemos que podremos aprender mucho más de los datos que hemos recopilado, no hemos hecho más que empezar", asegura Zink.
Ötzi fue descubierto por dos turistas alemanes en 1991 en los Alpes italianos,
a pocos metros de la frontera con Austria.
Los científicos determinaron desde un primer momento que había sido el
frío perenne en esa zona el factor que hizo posible la conservación de
todos los tejidos finos de su organismo e incluso de sus órganos
internos.
Estaba totalmente vestido,
con capa y zapatos de cuero impermeables,
y tenía su equipo muy a mano: un hacha de cobre, un cuchillo de
pedernal, un aljaba llena de flechas, puntas de pedernal, un arco, un
hongo de yesca para hacer fuego y setas que debía utilizar en caso de
enfermedad.
Su cuerpo, momificado por las bajas temperaturas de la alta montaña
desde hace entre 5.300 y 5.100 años, ha sido escudriñado desde entonces
por los investigadores para saber,
no sólo cómo murió, sino cómo era su vida.
Se sabe, por ejemplo, que debía medir 1,59 metros, pesaba unos 50 kilos y tenía 46 años cuando
murió tras recibir un flechazo en el hombro izquierdo,
posiblemente en el transcurso de una batalla. También se ha comprobado
que falleció desangrándose lentamente, pero no sin antes herir a algunos
de sus atacantes con sus propias flechas, pues algunas de ellas se
encontraron a su lado manchadas de sangre ajena.