Dos estudios demuestran que la respuesta es distintas en poblaciones actuales de origen europeo y africano. La respuesta inmune es más fuerte en los africanos, concretamente en la reacción de macrófagos frente a infecciones bacterianas. Curiosamente esa aparente ventaja conlleva también un riesgo: la aparición de enfermedades autoinmnes como el lupus, que son más frecuentes en poblaciones de origen africano.
En el caso de infecciones víricas, los linfocitos de poblaciones europeas se mostraron más eficaces.
En todo caso, la cantidad de ADN neandertal en poblaciones europeas se ha ido reduciendo con el tiempo, aunque no los genes que eran efectivos contra enfermedades víricas o que atenuaban la respuesta inmune frente a bacterias.
Ambos estudios se realizaron sobre individuos seleccionados previamente, es decir, no sobre muestras aleatorias de poblaciones de origen europeo y africano, y los resultados son estadísticos, es decir, en ningún caso el 100% de los casos se ajustan a lo descubierto. Todo ello es es lógico si pensamos que, además de mezclas de grupos humanos con neandertales, ha habido continuas mezclas recientes de grupos europeos y africanos entre sí.
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